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La Antigua Exportación del vino del ribeiro (“Ribadavia”) a Gran Bretaña

Esta blog post está dedicada a un artículo escrito por el historiador local Clodio González Pérez de la Real Academia Gallega a quien conocí recientemente en la Fiesta del Vino de Ribeiro 2021 ya que el artículo está basado en su charla. Siempre me ha fascinado la historia de la zona vinícola de Ribeiro y la importancia de su historia, incluso en lo que se refiere a Gran Bretaña. La historia merece ser redescubierta para que podamos empezar a reconstruir las excelentes relaciones que existían entre los británicos y el pueblo y las bodegas del Ribeiro. El artículo es mi traducción del artículo de Clodio.

La Antigua Exportación del vino del ribeiro (“Ribadavia”) a Gran Bretaña

El vino del Ribeiro o de Ribadavia, como se decía antes, se produce en la comarca del mismo nombre, a poco más de 20 km de la capital de la  provincia, Ourense, y a igual distancia de la frontera con Portugal.

Estas tierras montañosas situadas en las cuencas del río Miño y sus afluentes el Avia y el Arnoia, gozan de un microclima mediterráneo excelente para el cultivo de la vid y conservación de la uva, con veranos moderadamente secos y calurosos e inviernos fríos pero sin grandes heladas. El comienzo de la viticultura se sitúa en época romana, alcanzando gran prestigio durante la Edad Media, como se comprueba por las fuentes documentales desde el siglo IX, debido, sobre todo, a la labor de varios monasterios y, en particular, del benedictino de San Clodio do Ribeiro, convertido actualmente en un gran hotel.

Durante el Medievo ya se consideraba uno de los más afamados de la península Ibérica, como lo demuestra el que los eclesiásticos y los nobles quisiesen tener aquí tierras con plantaciones de viña, incluso hasta algún rey, como Bermudo III (1027-1037), o que fuese alabado por otros en sus poemas, como Alfonso X El Sabio.

Por lo de ahora se desconoce la fecha en que empezó su exportación a Gran Bretaña, pero fue durante la Edad Media y, al comienzo, muy seguro que relacionada con la peregrinación a Santiago de Compostela. Como lo prueba el que en la década de 1389 a 1399 todos los años llegasen varios barcos con peregrinos ingleses al puerto de A Coruña (por ejemplo 25 en 1395), que de regreso lo que más solían llevar era vino. A pesar de no constar su procedencia, la mayoría muy seguro que era del Ribeiro, por ser de los mejores y, además, uno de los pocos gallegos con suficiente cuerpo para navegar.

John of Gaunt y el Vino del Ribeiro

En 1386 el duque de Lancaster invadió Galicia con la pretensión de hacer efectivas sus reclamaciones legítimas al trono de Castilla por la muerte de Pedro I, ya que estaba casado con su hija Constanza de Castilla. Desembarcó en el puerto de A Coruña desde donde se fue apoderando de las poblaciones más importantes, unas por estar de acuerdo con sus pretensiones y otras por las armas. La descripción de su campaña la cuenta el cronista Jean Froissart, deteniéndose especialmente en el asedio y toma de Ribadavia, en los muchos muertos que hubo y en que los ingleses se emborracharon con los buenos, fuertes y ardientes vinos de esta población y su comarca.

Un siglo más tarde, el humanista siciliano Lucio Marineo Sículo, profesor de griego y latín primero en Palermo y después en la universidad de Salamanca, capellán y cronista del rey Fernando El Católico, en el libro De Hispaniae laudibus publicado en 1496 o 1497, afirma en el capítulo que le dedica al vino en la península Ibérica, que los mejores eran cuatro: uno de la provincia de Ávila, otro de la de Madrid, el de Ribadavia y el portugués de Caparica (Setúbal). Este libro, escrito en latín, de aquella el idioma internacional, dio a conocer la gran calidad del vino en toda Europa.

La Exportación del Ribeiro: Inglaterra

Además de a otras partes de la península, sobre todo las poblaciones situadas en la costa cantábrica, también se exportaba a varios países del norte, como Inglaterra, Holanda, Flandes, Alemania, etc., que aunque tuviesen alguna producción vitivinícola, el producto era de calidad muy inferior a la del Ribeiro.

Lo transportaban principalmente los arrieros en odres a lomos de caballos y mulos, y alguno también en balsas por el río Miño, hasta los puertos de A Coruña, Pontevedra, Vigo, Baiona, Tui, etc., lo que suponía casi un tercio del valor del vino.

Como queda dicho, no hay duda que ya se venía exportando desde antes, pero por lo de ahora la primera vez que se documenta es en 1527. Ese año se preparó y abasteció en A Coruña una armada para ir a las islas Molucas, y por tal motivo se ordenó embargar gran cantidad de vino, del que de Ribadavia fueron 2.000 “moios” (un “moio” = 132 litros). Varios cosecheros alegaron que no lo podían entregar por tenerlo ya apalabrado a otras personas, entre los que uno del pueblo de Sadurnín (Cenlle) afirmó que 30 “moios” de blanco se lo había vendido a los ingleses.

La carencia de datos se debe a que entre los vendedores y los compradores no se solía hacer ningún tipo de contrato, como fue corriente hasta no hace muchos años.

En 1543 el florentino Francisco Corbiny fletó una nao de Castro Urdiales (Cantabria), pero que estaba en el puerto gallego de Corcubión, para transportar vino de Ribadavia a Londres. Y en 1564 se cargaron en Vigo varios barcos ingleses, franceses, venecianos y flamencos, entre otras mercancías con vino de Ribadavia.

El año 1727 el obispo de Ourense, Juan Muñoz de la Cueva, publica un libro sobre su diócesis, en el que afirma que el vino del Ribeiro era famoso en toda España y que se exportaba a Flandes, Holanda e Inglaterra. A mediados del mismo siglo, el comerciante Manuel Ojea y el cura párroco de Bieite (Leiro) vendieron al tratante inglés Carlos Veritey 151 “moios” (casi 20.000 litros) de vino tinto.

En esta época la presencia de compradores británicos en la comarca era muy importante, como lo demuestra el que el obispo de Tui (del que dependía parte de este territorio), el 25 de agosto de 1760 prohíba a los párrocos la costumbre de acompañar de bodega en bodega a los comerciantes ingleses, así como también hacer de intermediarios y apreciadores de la calidad del vino, por lo que es de suponer que recibiesen alguna remuneración.

A partir de esta fecha no se dispone, por lo de ahora, de más documentación, pero sin duda que debió de ser cuando empezó a decaer el consumo del “Ribadavia” en Inglaterra, al tiempo que se generalizaba cada vez más el vino portugués de Porto.

El “Ribadavia” y el “Porto”

En 1787 salió de la imprenta la primera edición y el año siguiente la segunda, ambas en York, del libro de John Croft (1732-1820) A Treatise on the Wines of Portugal; also a Dissertation on the Nature and Use of Wines in general imported into Great Britain. John Croft, además de comerciante de vinos, también publicó varios libros. Fue socio de la firma Tilden, Thompson & Croft, empresa que exportaba vinos portugueses a Inglaterra desde 1697, y uno de los miembros más destacados de su tiempo de la colonia inglesa en Portugal, recibiendo del príncipe regente (João VI), la encomienda de la Torre y Espada y el título de barón de la Serra da Estrela.

Como gran conocedor de vinos, afirma ya al comienzo del libro que los de Portugal se empezaron a introducir en Inglaterra principalmente durante el gobierno de la reina Anna (1702 – 1714) y que antes se importaban los de Ribadavia, aunque no en gran cantidad, entre dos y tres mil “pipes” (alrededor de un millón y medio de litros).

Al final  vuelve a mencionar el Ribeiro. Dice que en 1732 los vinos de Porto no se consideraban suficientemente plenos (the Port wines were not thought full enough), por lo que se mezclaban con otros de Benicarló (Castellón) y Alicante, fuertes, pesados, dulces y espesos como la sangre del buey, y algún tiempo después con los finos de Galicia llamados “Ribadavias” (Some time after, they mixed them with the thin Wines of Galicia, called Ribadavias). 

Se desconoce hasta cuando se mantuvo la costumbre de mezclar el Porto con el Ribeiro, pero ya se había perdido a finales del siglo XVIII, cuando John Croft publica su libro.

La memoria de la presencia de los compradores británicos se mantuvo en el Ribeiro hasta nuestros días, y aún a mediados del siglo XIX en varias bodegas se conservaban cubas con los sellos que usaban algunas compañías inglesas para marcar las que escogían por la calidad del vino, que llegado el momento los arrieros se encargaban de transportar hasta los puertos más próximos (Pontevedra, Vigo, Baiona, Redondela…), y desde aquí a Gran Bretaña.

Clodio González Pérez

Real Academia Galega

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